Famosa es la frase del gran escritor portugués y Premio Nobel de Literatura en 1998, José Saramago, que dice: “Bien podría ser que Lisboa, contrario de lo que parecía, no fuera ciudad, sino mujer, y la perdición solo amorosa, si el restrictivo adverbio tiene cabida aquí, si no es ésa la única y feliz perdición”. Y es que Lisboa es una ciudad milenaria que rezuma un gran romanticismo en cada una de sus esquinas y que a pesar de la inmensa historia que arrastra tras sus empinadas y empedradas calles, esta se muestra repleta de novedades, ya que es la ciudad de moda en Europa.
En Lisboa cada vez es más fácil encontrar caras conocidas como la de Madonna, José María Cano, Scarlett Johansson, Christian Louboutin… que se dejan seducir por los encantos de la capitalidad portuguesa. Y es que como dice el viejo refrán portugués: “Quem nao foi a Lisboa, nao viu cousa boa” (quien no fue a Lisboa, no vio cosa buena) por lo que yo decidí no quedarme atrás, hacer caso al refranero popular luso e ir a conocer esa ciudad, aprovechando además la oportunidad de probar un nuevo vehículo. Y es que la combinación de la historia de Lisboa con las últimas novedades de los vehículos de Autofer, son la unión perfecta, por lo que os lo recomiendo. Y es que, aunque Lisboa está muy próxima al océano, lo cierto es que, en verano, aunque agradable, hace calor, algo que, a la hora de viajar se nota, así que nada mejor que ir estrenando coche hasta la capital lusa.
Lisboa es conocida como la ciudad de las siete colinas, Sao Jorge, Sao Vicente, Sao Roque, Santo André, Santa Catarina, Chagas y Santa Ana. Una ciudad que respira autenticidad y belleza por todas partes, y como no podía ser de otra forma, una vez aquí, ¿por dónde comenzar la visita? Pues por lo más alto, y ¿qué se encuentra en lo más alto? Sus famosos miradores, que son:
- Mirador de San Pedro de Alcántara. Situado en el Barrio Alto, uno de los barrios con más vida de la ciudad, tiene corazón bohemio y es el lugar idóneo para pasar una noche de marcha en la ciudad escuchando los famosos y populares fados, música tradicional y popular portuguesa. Desde este mirador y ayudados por un espléndido mapa de azulejos donde se pueden situar cada uno de los monumentos, podemos contemplar unas encantadoras vistas de la parte baja de la ciudad, con el río Tajo y el puente Vasco Da Gama, así como del castillo de San Jorge.
- Mirador de Santa Lucía. Situado en el emblemático barrio de Alfama, uno de los más antiguos de la ciudad, donde se encuentran los edificios históricos más importantes de la ciudad como el Castillo de San Jorge, la Catedral, la iglesia de San Antonio… en los azulejos de este mirador se pueden ver unas representaciones de la Plaza del Comercio antes del terremoto de 1755 y de la toma por los cristianos del castillo de San Jorge.
- Mirador de Graça. Situado junto al Convento de Nuestra Señora de Gracia de donde toma su nombre y muy cerca del castillo de San Jorge.
- Mirador de Santa Catalina. Desde aquí se puede contemplar el estuario del rio Tajo o el famoso Puente 25 de abril, si bien lo mejor es su terraza, lugar de encuentro de lisboetas y escenario de conciertos nocturnos.
- Mirador da Senhora do Monte. Es el mirador más alto de toda la ciudad y por lo tanto el que mejor panorámica nos ofrece. Desde este lugar se puede divisar prácticamente toda Lisboa, su castillo, el casco histórico, las grandes avenidas, el estuario del río Tajo, sus puentes… un buen lugar para un recuerdo inolvidable.
- Mirador das Portas do Sol. El mejor lugar para contemplar con absoluta tranquilidad el emblemático barrio de Alfama, el castillo de San Jorge, la iglesia Sao Vicente de Fora o el Museo de Artes Decorativas.
- Mirador del Arco de la Rua Augusta. Inaugurado a finales del año 2013, se sitúa en lo alto del Arco del Triunfo erigido en la Plaza del Comercio como símbolo de la reconstrucción de la ciudad tras el terremoto de 1755.
- Mirador del Castillo de San Jorge. Desde las murallas de este castillo se puede contemplar prácticamente toda la ciudad.
Los Pastéis de Belém, una joya para el paladar
Y tras este increíble sube y baja de mirador en mirador que mejor que relajar nuestro cuerpo y nuestra vista disfrutando y degustando de una de las especialidades más características de la repostería portuguesa, sus exquisitos Pastéis de Belém (pasteles de Belén), creados según la tradición por los monjes jerónimos del Monasterio de Santa María de Belén, situado a las afueras de Lisboa, con anterioridad al siglo XVIII.