Si no somos nosotros mismos quienes nos ocupamos de mantener nuestra propia salud, nadie lo va a hacer por nosotros, sobre todo si ya somos adultos y hace tiempo que dejamos de ser niños. Cuidar de nuestro cuerpo y mente es algo que no podemos dejar de lado puesto que va a tener una influencia directa en nuestra calidad de vida. Y la verdad es que a veces incurrimos en el error de no tener en consideración algunas de las cosas que juegan a nuestro favor a la hora de mantener esa salud de la que estamos hablando.
Conviene que escuchemos a todos y cada uno de los profesionales de los distintos campos de la salud para que, en un momento dado, no tengamos un imprevisto que ponga en jaque nuestra salud. Los consejos que nos van ofreciendo no nos los proporcionan por amor al arte, sino porque son de gran utilidad a la hora de mantenernos a la perfección y que no haya nada que pueda provocarnos problemas que incluso puedan poner en riesgo nuestra vida. Si decidimos hacer oídos sordos a todas esas recomendaciones, eso último es precisamente lo que estaremos poniendo en juego.
La salud dental, que es la protagonista de los próximos párrafos, no va a poner en jaque vuestra vida. O, al menos, es muy difícil que así sea. Pero sí que va a tener una influencia directa en vuestra calidad de vida. Y os lo voy a decir a partir de ahora en primera persona porque, gracias a mi caso personal, he podido aprender la relevancia que tiene cuidar de nuestros dientes y permitir de ese modo que se encuentren sanos y fuertes. Desde luego, en caso de que no me hubiese puesto el mono de trabajo para cuidar de ellos, no sé que habría sido de mí.
De pequeño y de adolescente, no le presté demasiado caso a todos esos consejos que veía en la tele y que mi propia familia me daba en relación a la salud dental. Suponía que todas esas personas tenían razón, pero me parecía un estorbo tener que preocuparme tres veces al día por lavarme y cepillarme los dientes. Por si fuera poco, le tenía cierto miedo a acudir al dentista porque tenía la sensación de que podía hacerme daño en cualquier momento con todos esos utensilios que suele manejar un profesional de este tipo. Esa fue mi realidad cuando era joven y seguramente sea la misma para muchos menores de edad todavía en los tiempos en los que nos encontramos.
Pero la verdad es que tuve que dar un giro a todos esos pensamientos para tratar de cuidar de mi salud dental. Además de todo lo que comentaba en el párrafo anterior, he de decir que yo no cuidaba de mi alimentación. Consumía demasiados productos azucarados, también consumía café e incluso tuve una temporada en la que me dio por fumar. Como seguramente sepáis a estas alturas de la vida, todas esas cosas son realmente negativas para el cuidado de todas y cada una de nuestras piezas dentales. El estado de salud de mi boca era deplorable y tuve que empezar a cambiar mis pensamientos, como os decía al inicio de este párrafo.
Me tuve que enfrentar a todo aquello que había estado intentando evitar durante toda mi vida. Llegó un momento en el que me resultó completamente imposible no preocuparme por el estado de salud de mi boca. Y es que ya no solo tenía los dientes de un color amarillo asqueroso, sino que empezaba a ver cómo se me partían algunos de ellos y cómo me empezaba a resultar realmente difícil comer e incluso beber determinados productos. Tenía poco más de veinte años y me preguntaba en qué situación iba a quedar mi boca sí continuaba pasando de los consejos de mi familia y de los dentistas durante otros veinte años más.
Cuando te empiezas a plantear esas cosas es cuando te das cuenta de que te has equivocado y de que toca darle la vuelta a la situación. Y me propuse conseguirlo. Además de que no estaba contento con mi sonrisa, me daba mucha vergüenza que me dijeran que me olía el aliento. Necesitaba ponerme en manos de algún dentista tan pronto como fuera posible.
La confianza es uno de los aspectos más relevantes que debemos tener con el profesional de la salud que vaya a tratar nuestro caso concreto. En mi caso, no sólo debía tener la seguridad de que mi dentista iba a resolver mis problemas, sino que también necesitaba que me proporcionara los mejores consejos para no volver a tener la boca en el estado en el que la tenía. Teniendo esta premisa siempre en la cabeza, busqué dentistas de mi confianza y la decisión me quedó clara después de visitar la web de Quintana 1 Dental y de ponerme en contacto por primera vez con ellos. Aquella fue la primera ocasión en la que sentía que era posible corregir los problemas bucales que tenía y poder presumir de mi sonrisa.
Lógicamente, las cosas no se consiguen de inmediato y tuve que acudir a varias sesiones para que se pudiesen corregir y tratar todos los problemas que se habían ido desarrollando en mi boca. Pero lo cierto es que mereció la pena. Por fin pude disfrutar de una salud dental como la que nunca había tenido y obtener todos aquellos consejos necesarios para no volver a incurrir en errores en lo que respecta a esta rama de la salud. También conseguí, por cierto, una motivación extra para dejar de consumir todos esos productos azucarados, café y tabaco. Miel sobre hojuelas.
Ha pasado algún tiempo desde entonces y la verdad es que estoy manteniendo la promesa que le hice a aquellos dentistas: la de cuidar de manera pormenorizada mi salud dental. He adquirido como hábito cepillar mis dientes durante tres veces cada día, algo que ya no me parece un engorro ni mucho menos, y también suelo acudir una vez al año al dentista para tener la posibilidad de prevenir cualquier incidencia que se haya podido ocasionar a lo largo de esos meses.
Soy consciente de que la sociedad, en general, necesita casos como el mío
Por desgracia, no todo el mundo ha seguido los pasos que decidí seguir yo. Todavía hay muchas personas con diversos problemas bucodentales en España y que no se ponen en manos de los profesionales de este campo. Si sois alguna de esas personas, os garantizo que estáis cometiendo un error del que os vais a terminar arrepintiendo tarde o temprano.
Publicaba la Gaceta Dental en una de sus noticias que los españoles no van ni una vez al año al dentista de media. Es un dato que yo particularmente sí me creo porque la mayoría de las personas esperan a tener un problema bucodental para acudir al dentista y no se toman la molestia de prevenirlo, que es lo que realmente hay que hacer. Ese fue precisamente mi caso hasta el momento en el que decidí ponerme en manos de un dentista. Hay que cambiar esta manera de pensar y no esperar a pasarlo mal y sufrir las consecuencias de una mala salud dental para empezar a tratar la salud de nuestra boca.
Es verdad que hay situaciones en las que nos planteamos este tipo de visitas no porque no sepamos que son necesarias, sino por una cuestión económica. Publicaba el Diario de Sevilla en una de las noticias de su web que el 36% de los ciudadanos optaban por reducir el número de visitas que hacían al dentista por culpa de la crisis. Defiendo totalmente el hecho de que, en momentos en los que la situación económica es más peliaguda, hay que cuidar más del bolsillo. Pero es verdad que estamos hablando de una cuestión que está directamente ligada con nuestra salud y en la cual no podemos escatimar.
Además, acudir al dentista ya no tiene por qué ser caro. Una de las cosas tan maravillosas que nos ha proporcionado Internet es la capacidad que tenemos todos y cada uno de nosotros de buscar aquella clínica dental o aquel negocio que nos vaya a proporcionar un mejor servicio a un mejor precio. La democratización de los distintos sectores ha llegado gracias a Internet y ahora son muchas las personas que no se ven limitadas solamente a escoger entre un par de clínicas dentales que se encuentran en su ciudad o municipio. Pueden ampliar el radio porque conocen, gracias a las búsquedas que han hecho en Internet, otras clínicas dentales que les pueden proporcionar más alegrías.
Si todavía no os habéis puesto manos a la obra para corregir algún problema bucodental, no hay ningún momento mejor que ahora para que empecéis a hacerlo. La vida es demasiado corta como para tenerla que vivir con dolores permanentes en nuestra boca, dolores que muchas veces no son pequeños y que pueden afectar de una manera directa y frontal a nuestra calidad de vida.