Normalmente ha habido tres formas clásicas de comprar un vehículo: pagándolo al contado, financiándolo o mediante un leasing. Este último tipo de contratos es relativamente habitual en las empresas por sus beneficios fiscales, ya que consiste en un contrato de arrendamiento con una entidad que adquiere un vehículo para cedérselo a cambio de un precio a satisfacer mensualmente, y acabado el plazo del contrato, el cliente puede decidir pagar una cuota final y quedarse con el vehículo, o acabar el contrato sin quedarse el vehículo.
Lo interesante del renting son sus beneficios fiscales, ya las cuotas pagadas mensualmente derivadas del renting se pueden deducir del Impuesto de Sociedades, al igual que la cuota final. Esto es una gran ventaja a la hora de reducir la base imponible, ya que además de ahorrar dinero comprando un vehículo, puedes ahorrarte impuestos.
Entonces llega el contrato de renting, un contrato de alquiler de vehículos en el que a cambio de una cuota mensual, el cliente alquila un coche totalmente listo para circular. Es decir, el arrendador no se va a preocupar de asuntos como las labores administrativas derivadas de la circulación, el seguro, la reparación, cambio de neumáticos o reclamación de multas hasta agotar la vía administrativa, tal y como comentan en Autofácil. Lo que no incluye son los gastos derivados del uso, como los repostajes o las multas, así como los posibles desperfectos generados por un mal uso.
A diferencia del leasing, en este tipo de contrato solo intervienen dos sujetos, el arrendador y el arrendatario, que se compromete a entregar el vehículo con todo lo necesario para circular. Además, mientras que un contrato de leasing suele ser largo debido a que abarca la vida útil del coche, el renting suele tener plazo más cortos que permiten cambiar de vehículo firmando un nuevo contrato.
Tal y como hemos visto, con el renting no hay que preocuparse de pagar un seguro ni sufriremos económicamente con las reparaciones o revisiones en el mecánico. Además, podremos obtener servicios exclusivos de la empresa de renting, y podremos cambiar de vehículo con mayor frecuencia. Pero claro, hay que tener en cuenta que el coche no nos pertenece, y el contrato de renting dura un tiempo y en el caso de querer romperlo hay penalizaciones. Otros aspectos a tener en cuenta es que si sobrepasas el límite de kilómetros que te impone la compañía tendrás que pagar una compensación, pero si no los gastas te abonarán igualmente una compensación.
Si te ha convencido comprar un renting, debes de saber que tanto los concesionarios como las empresas de alquiler y compra de vehículos ofrecen este tipo de contrato de renting. En Lugo este tipo de contratos los ofrece Mouronte, una empresa que desde el inicio de su actividad se ha enfocado en la sustitución de vehículos y que con su tiempo ha ido ampliando y adaptando sus servicios
También hablábamos de las ventajas fiscales del renting, pues bien para las empresas es un contrato jugoso, al igual que el leasing, ya que pueden deducirse la totalidad del importe de las cuotas mensuales de su renting en el Impuesto de Sociedades, al considerarse un gasto de la actividad profesional. En el caso de autónomos también pueden deducir el importe de su cuota mensual en el RETA, siempre que sea un gasto necesario para su actividad.
¿Merece la pena comprar el coche una vez acabado el renting?
Esta es una pregunta que muchos arrendatarios se hacen una vez acabado el contrato de renting, pero la respuesta es que si. Ya que, tanto si decides recomprar tu vehículo a la compañía una vez finalizado el contrato como si has optado por adquirir un coche procedente de rénting, hay que tener en cuenta que por un lado la empresa arrienda el vehículo suele interesarle deshacerse del coche, porque ya le ha sacado un beneficio. Además, ofrece garantías mecánicas durante un número de kilómetros o un año.
También hay que prestar atención que al no existir un intermediario que venda el vehículo, el margen es mayor para la empresa que formalizó el contrato de renting. Y además, este tipo de coches suelen estar en buen estado ya que suelen tener una antigüedad menor a los cuatro años, y con un kilometraje medio de 60.000 kilómetros.