A veces en el trabajo pasan cosas que uno no espera y un trabajador se lesiona, y no basta con rellenar papeles o llamar al seguro, hay que cuidar por él de verdad. Porque el dolor pasa, pero la frustración, la falta de movilidad o el miedo a volver a lesionarse es más complicado de vencer.
A base de ver accidentes tontos y otros no tan tontos, he descubierto productos que nos ayudan a una recuperación rápida.
Los accidentes de pierna, más comunes de lo que parece
Si trabajas en una oficina, igual piensas que lo más peligroso que puede pasarte es que se te caiga una grapadora en el pie, pero incluso en esos entornos “tranquilos” hay caídas tontas, sillas con ruedas que te pisan los pies, suelos resbaladizos o escaleras que parecen tener vida propia bajo tus pies. En trabajos físicos, ni te cuento: levantar peso mal, un mal giro, un salto en falso… y, ¡zas!, lesión asegurada.
Las lesiones más frecuentes en piernas suelen ser los esguinces de tobillo, distensiones musculares, roturas de ligamentos, y cómo no, los golpes que parecen una tontería pero luego se hinchan como un globo. A veces el problema es la falta de cuidado, ese “bah, ya se me pasará” que puede pasarnos factura con el tiempo.
Por eso hay que actuar rápido. Primero, reposar, hielo, compresión y elevación (el famoso método RICE, por sus siglas en inglés). Pero no es solo de ponerse una bolsa de guisantes congelados y a esperar. Hay productos específicos que ayudan muchísimo y que, sinceramente, muchas veces no se usan porque la gente no sabe para qué sirven.
Las bandas compresoras
Las bandas compresoras sirven para reducir la hinchazón, mejorar la circulación y estabilizar la zona lesionada. Pero ojo, no vale cualquier banda ni se puede apretar a lo loco, porque si te pasas, cortas la circulación y acabas peor.
Hay que elegir una banda elástica ajustable, con un tejido transpirable y con un cierre que no te obligue a hacer malabares para ponerla. Las hay para tobillo, rodilla, muslo o pantorrilla, y cada una tiene su función. Por ejemplo, una banda compresora de tobillo ayuda a controlar la inflamación después de un esguince leve y da un poco de soporte para caminar sin dolor. En cambio, las de rodilla suelen usarse más para lesiones musculares o postoperatorios leves, porque ayudan a mantener la articulación firme.
Estas bandas también sirven para prevenir lesiones si haces trabajos repetitivos o que implican estar mucho tiempo de pie. En ese caso, no se usan tan apretadas, solo lo justo para dar soporte.
Eso sí: si la piel se pone morada o sientes hormigueo, toca aflojar o quitarla. Y, aunque suene obvio, nunca hay que dormir con ellas puestas si no lo ha indicado un profesional.
Inmovilizadores de rodilla
Son una especie de soporte rígido que mantiene la pierna recta para evitar movimientos bruscos.
Aquí es donde la gente suele tener más dudas. ¿Cuánto tiempo hay que usarlo? ¿Se puede caminar con él? ¿Sirve para todos los casos? Lo cierto es que depende del tipo de lesión.
- Si es una contusión fuerte o un esguince grave, el inmovilizador evita que la rodilla se doble y empeore el daño.
- Si ha habido operación, se usa durante la fase inicial de recuperación para proteger los puntos y permitir que los tejidos se regeneren sin tensión.
Algunos modelos son más sencillos, con velcros ajustables y acolchado interior, y otros más completos, con bisagras laterales que permiten ajustar el ángulo de movimiento, que son ideales cuando se está en una etapa intermedia y necesitas empezar a mover la pierna poco a poco.
En Farmacia Ortopedia Las Ventas, donde están muy acostumbrados a ver casos así, me contaron que muchas veces la gente usa el inmovilizador más tiempo del necesario, y eso retrasa su recuperación. Me explicaron que el cuerpo necesita volver a moverse progresivamente, y que un exceso de inmovilidad puede debilitar los músculos. Así que, por mucho miedo que dé, hay que seguir las indicaciones del médico o fisioterapeuta al pie de la letra.
Y lo mejor: si el dispositivo está bien ajustado y es del tamaño correcto, no tiene por qué resultar incómodo. He visto personas trabajar (con precaución, claro) usando uno, y ni se quejaban. Bueno, solo un poco cuando tenían que subir escaleras.
Mediven, medias de compresión
Su tecnología está diseñada para mejorar la circulación, reducir la hinchazón y prevenir trombos o edemas. Vamos, que no son una moda, son una herramienta médica.
Son muy útiles cuando la lesión implica inflamación o cuando hay que pasar mucho tiempo sin moverse, como tras una operación o una fractura. Al aplicar presión controlada desde el tobillo hacia arriba, ayudan a que la sangre suba con más facilidad y evitan que se acumule líquido.
Además, hoy hay diseños que no parecen médicos: tienen tejidos finos, colores discretos y versiones deportivas. Lo importante es elegir la compresión adecuada, porque van desde nivel ligero (para cansancio o prevención) hasta fuerte (para casos médicos más serios).
Una cosa importante: no se deben usar al azar. Si la compresión no es la adecuada, pueden resultar inútiles o incómodas. Lo ideal es que te las recomiende un profesional según la lesión. Y si te las pones, cuida la piel: mantenerla hidratada y revisar que no haya roces o marcas raras.
Si alguna vez has sentido las piernas hinchadas después de un día largo o tras una lesión, sabrás que esa presión suave de las Mediven es casi mágica. No se curan solas, pero ayudan más de lo que uno se imagina.
Órtesis de tobillo: el equilibrio entre moverse y cuidar
Las órtesis de tobillo son como una mezcla entre soporte y libertad: no inmovilizan del todo, pero tampoco dejan que el pie se mueva sin control. Son perfectas para esas fases en las que ya puedes caminar, pero todavía no confías del todo en tu tobillo.
Hay varios tipos: las rígidas, que cubren el lateral del tobillo y limitan el movimiento; las semirrígidas, que dejan un poco de flexibilidad; y las blandas, que se parecen a una tobillera reforzada. Cada una tiene su momento. Por ejemplo, después de un esguince moderado, una semirrígida puede ayudarte a volver al trabajo sin miedo a torcerte otra vez.
Un detalle clave
Hay que usarlas con el calzado adecuado. No vale cualquier zapato: si es demasiado estrecho o de suela blanda, el soporte no sirve. Lo ideal es llevar deportivas o zapatos con buena sujeción.
Otra ventaja es que muchas ortesis permiten ajustar la compresión con velcros o cintas, así que puedes adaptarlas según el momento del día (porque sí, las piernas se hinchan más por la tarde). Y, al igual que con las bandas, hay que quitarlas para dormir, salvo que el médico diga lo contrario.
Cuidar también es acompañar
Cuando alguien se lesiona en el trabajo, también necesita apoyo emocional. No hace falta montar una fiesta, pero decir “Venga, que te recuperarás pronto” no cuesta nada, y cambia el ánimo del que está lesionado.
A veces el miedo a “molestar” hace que la persona no pida ayuda, o se reincorpore demasiado pronto, y eso es un error. He visto compañeros que volvían cojeando solo por no faltar al trabajo, y al final acababan peor. Cuidar también es decir “descansa, que aquí te cubrimos”.
En esos momentos, tener una buena farmacia o una ortopedia de confianza también ayuda, porque pueden orientar sobre el producto correcto o cómo usarlo. No hace falta ser experto: solo tener ganas de que el otro se recupere bien.
Lo que aprendí sobre cuidar a un compañero lesionado
Si el entorno responde con calma y con los recursos adecuados, la recuperación suele ser rápida. Pero si hay prisas, descuidos o poca información, el proceso se alarga y deja secuelas.
Por eso, hoy cada vez que alguien se tuerce un tobillo o se queja de la rodilla, no dudo en preguntar si tiene banda compresora, hielo o si ha ido a la farmacia a consultar. Suena exagerado, pero esas pequeñas acciones evitan que una tontería se convierta en algo serio.
También aprendí que los productos ortopédicos no son “para mayores”, sino herramientas que facilitan el día a día. Y que cuando se usan bien, de verdad se nota la diferencia.
Cerrar bien una lesión también es cuidar de uno mismo
A veces pensamos que cuidar de un compañero lesionado es algo externo, pero también es una forma de recordarnos que el cuerpo tiene límites. Ver a alguien pasar por eso te hace más consciente de tu propia forma de moverte, de levantar peso, de calzarte bien o de no hacerte el valiente cuando algo duele.
Así que sí, cuando un trabajador se lesiona, hay que cuidar por él. Pero también hay que aprender de su experiencia. Porque un resbalón le puede pasar a cualquiera, y tener a mano una banda, una ortesis o unas medias compresoras no es exagerado, es prevención.
Y si algún día te toca a ti ser el lesionado, recuerda esto: curarse no es solo que deje de doler. Es recuperar la confianza en tu cuerpo, paso a paso, con paciencia y sin vergüenza.