Decir la palabra eficiencia, puede llevarnos a pensar en energía, productividad, eficacia o consumo, entre otras muchas cosas. Lo que seguramente nunca se te pasaría por la cabeza es que pueda relacionarse esta palabra con otra, aparentemente opuesta, como fiscal. Pues resulta que, ambos términos pueden acuñarse en una misma frase y convertirse en el tándem perfecto para que los activos de una empresa, sean eficientes y la fiscalidad con ellos.
Nada como contar con profesionales en estas cuestiones como los asesores de ASEM, para definir y optimizar una estrategia fiscal que ayude a la empresa a obtener más beneficios. Como cabe esperar que para muchos y muchas, la combinación de estas palabras dentro de este contexto, puede resultar cuanto menos, curiosa y, lo consideramos interesante, hemos convenido redactar este artículo y dar a conocer este tipo de optimización empresarial dirigido a la fiscalidad.
A modo de introducción, podemos decir que tanto la eficiencia fiscal como la gestión de activos, son dos de los componentes cruciales que hacen que una estrategia de inversión, tenga éxito. La eficiencia fiscal, hace referencia a la capacidad para minimizar esos impuestos que recaen sobre los ingresos y ganancias, fruto de las inversiones. La gestión de activos, alude al proceso de gestión de una cartera de inversiones para maximizar los rendimientos y minimizar el riesgo de pérdidas. Una buena combinación de estos elementos, pude hacer que los inversores, obtengan importantes beneficios en términos de rendimiento de la inversión realizada, ahorro de los impuestos a abonar y rendimiento general de la cartera de inversiones.
Para lograr esa optimización hay que realizar estrategias de inversión fiscalmente eficientes. Una de las formas que mas efectivas resultan para lograrlo, es hacer inversiones en cuentas que dispongan con ventas fiscales que, ofrecen beneficios fiscales como el crecimiento con impuestos diferidos o retiradas libres e impuestos.
La asignación y diversificación de los activos, son dos de los componentes críticos que pueden dar como resultado una gestión de activos con éxito. La asignación implica dividir la cartera en diferentes clases de activos, como acciones, bonos y efectivo. La diversificación, conlleva la distribución de las inversiones entre los diferentes valores de cada grupo de activos.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta, es si se utilizan estrategias de gestión activa o pasiva. La primera de ellas, implica elegir valores individuales o utilizar un fondo muto o administrador de etf para gestionar activamente la cartera. La segunda, implica invertir en un fondo indexado o el de bajo costo que sigue un índice de mercado.
El reequilibrio y el seguimiento, son esenciales para garantizar que la cartera permanezca alineada con los objetivos propuestos y la tolerancia al riesgo del inversionista. El reequilibrio, implica hacer ajustes en la asignación de activos para mantener la combinación deseada de los mismos. El seguimiento implica hacer revisiones periódicas de la cartera para hacer los ajustes necesarios.
En resumen, la eficiencia fiscal y la gestión de los activos, son los componentes críticos que hacen que una estrategia de inversión sea favorable y proporcione beneficios. Al realizar las inversiones en cuentas con ventajas fiscales, utilizar estrategias de recolección de pérdidas y fiscales y centrarse en una correcta asignación, diversificación y reequilibrio de activos, los inversionistas, con mayor probabilidad obtendrán beneficios sustanciosos en términos de rentabilidad, ahorro fiscal y rendimiento de sus carteras.
Equilibrar el riesgo y la eficiencia
Realizar una buena asignación de los activos es uno de los aspectos fundamentales a la hora de hacer una buena gestión de las inversiones. Esto implica dividir la cartera del inversor en varias clases de activos y lograr un equilibrio específico del riesgo y el beneficio. En términos de eficiencia fiscal, la asignación de los activos, juega un papel crucial en la optimización necesaria para obtener un buen rendimiento de los activos administrados. Al mantener un equilibrio entre el riesgo y la eficiencia fiscal, los inversores pueden maximizar la rentabilidad después de pagar los impuestos, al tiempo que es posible minimizar las obligaciones fiscales y tributarias.
Para que esto sea posible, es fundamental comprender con claridad el riesgo y la eficiencia fiscal que, como factores críticos, los inversores deben tener en cuenta a la hora de adquirir sus activos. Si bien, sabemos que el riesgo hace referencia al potencial de pérdida o la volatilidad de una inversión, la eficiencia fiscal la hace a la capacidad de la inversión de minimizar las obligaciones fiscales y maximizar la rentabilidad.
Una buena cartera, está bien diversificada, de tal manera que se equilibra el riesgo, por lo tanto, la eficiencia fiscal puede hacer que los inversores alcancen sus objetivos financieros a largo plazo con mayor probabilidad. A continuación, citaremos algunas de las estrategias elementales para una buena asignación y adquisición de activos. Existen varias estrategias diferentes para optimizar el rendimiento como puede ser la asignación estratégica de activos; la asignación táctica de activos; o la asignación dinámica de activos.
El primer enfoque, implica el establecimiento de una adquisición de activos objetivo que se basa en la tolerancia al riesgo, los objetivos de inversión y el horizonte temporal del inversor. Esta cartera se reequilibra de forma periódica para mantener los objetivos.
Con la asignación táctica de activos, se ajusta la asignación de activos de la cartera en función de las condiciones que ofrece el mercado y la perspectiva económica. Requiere una gestión plenamente activa y puede conllevar mayores costes de transacción.
Mediante el último enfoque, se combinan los elementos de adquisición de activos estratégicos y tácticos. Esto implica ajustar la adquisición de los activos que componen la cartera en función de las condiciones en las que se encuentra el mercado al tiempo que se mantiene una estrategia de inversión a largo plazo.
Otro factor crítico y fundamental que hay que considerar a la hora de realizar inversiones, es la ubicación de los activos. Esta debe ser fiscalmente eficiente y contribuye a optimizar el rendimiento de los activos. Implica colocar los activos en las cuentas que mayor beneficio fiscal ofrece a sus clientes. Como ejemplo de este tipo de eficiencia, una ubicación eficiente puede conllevar la colocación de acciones en cuentas sujetas a impuestos, al tiempo que se colocan bonos en cuentas con impuestos diferidos, como las cuentas de jubilación o los planes de pensiones.
Para llevar una recogida de pérdidas fiscales eficiente, los inversores pueden vender las inversiones con pérdidas, compensando las ganancias de otras inversiones. Al hacerlo de esta manera, los inversores pueden ver reducidas sus obligaciones fiscales, manteniendo sus activos.
Filantropía para eludir impuestos
Por todos es sabido que las ONG y las donaciones con carácter caritativo o filantrópico, hacen que los impuestos se minimicen. Mediante las donaciones, las personas y las organizaciones retribuyen a la sociedad y ayudan a marcar una diferencia en el mundo. Al mismo tiempo, contribuir con la sociedad, se considera una estrategia fiscal eficiente. Al hacer obras y donaciones benéficas, es posible apoyar a las causas que más lo necesiten y reducir las obligaciones fiscales.
En primer lugar, al realizar una donación a una ONG u organización benéfica, se puede optar por realizar una deducción de los impuestos. El monto al que asciende la deducción, depende del valor de la propia donación y el tipo de imposición que posee. Dentro de las donaciones benéficas que se pueden realizar y las cuales desgravan impuestos, podemos encontrar varios tipos, cada una con sus propios beneficios fiscales.
Las donaciones en efectivo, suelen ser las más comunes y es posible deducir hasta un sesenta por cien de los impuestos. Las donaciones no monetarias, como ropa, objetos o vehículos, la deducción de impuestos se basa en el valor que posea el artículo en el mercado en el momento de hacer la donación. También pueden hacerse donaciones con activos apreciados como acciones, fondos mutuos o bienes de otro tipo que pueden reportar sustanciosos beneficios fiscales. Al donar este tipo de activos, se puede evitar tener que pagar impuestos sobre las ganancias obtenidas del capital, sobre la apreciación correspondiente y aun así, contar con una deducción fiscal por el valor total del activo en cuestión.
Otra de las opciones filantrópicas que pueden reportar gran eficiencia fiscal al patrimonio, son las fundaciones privadas. Estas organizaciones sin animo de lucro, financiadas por una sola persona, familia o corporación, ofrece una serie de beneficios como el control que se tiene sobre el uso del dinero, la creación de un legado que continúe apoyando las causas de interés. Eficiencia fiscal absoluta pues las organizaciones sin ánimo de lucro de carácter privado, cuenta con una serie de beneficios fiscales similares a las que tienen las organizaciones benéficas de carácter público, entre las que se encuentra la posibilidad de practicar una deducción de hasta un treinta por cien en donaciones en efectivo y un veinte en activos apreciados.
Las donaciones no son exclusivamente una manera de apoyar las causas que nos resulten de interés, pueden ser (de hecho lo son), una estrategia eficiente desde la perspectiva fiscal. Al hacer donaciones a organizaciones sin ánimo de lucro o establecer una fundación privada, se reducen las obligaciones fiscales.
Lo mejor para conocer a fondo como crear e implementar estrategias de eficiencia fiscal es consultar con expertos en la materia que sabrás aconsejar sobre cuál es la mejor manera de minimizar el impacto fiscal.