Hoy he hablado con un par de clientes que buscaban asesoramiento a la hora de emprender acciones publicitarias y he tenido que pararme a pensar detenidamente y comunicarles que iba a estudiar la situación antes de ofrecerles ningún consejo. En cualquier otra circunstancia, al tener ya más que estudiados a casi todos los sectores actuales, les habría empezado a dar ideas para ver por dónde tiraba el cliente y elaborar, después, una buena estrategia publicitaria y comercial adaptada a sus circunstancias concretas pero ahora, ahora necesitaba pensar.
Una de las publicidades más tradicionales son las vallas. Tanto si hablamos de vallas publicitarias en carreteras y autovías como si pensamos en las vallas de las grandes avenidas de ciudades grandes, este tipo de publicidad solo tiene sentido si hay movimiento en la calle, si la gente pasa por delante de la valla y la ve consiguiendo así que un porcentaje pequeño de todos ellos se interese por la empresa. Hemos de tener en cuenta que si en una calle pasan 10 personas que ven un anuncio de peluquería (por ejemplo) y no están pensando en hacerse nada en el cabello mirarán la valla como quien mira un paisaje, nada más. De esas 10 personas, puede que haya una que pensaba hacerse un buen corte de pelo y entonces esa persona sí se interesa en el mensaje del anuncio y valora la posibilidad de pedir cita en esa peluquería. Si esas 10 personas las extrapolamos a una avenida con miles de transeúntes diarios esa posibilidad de que 1 persona se interese en el anuncio se multiplica exponencialmente, de ahí que se elijan las áreas más transitadas de una ciudad o una autovía para instalar dichas vallas publicitarias.
Ahora bien, ¿qué pasa si ponemos “toques de queda”?, porque esa es una posibilidad que se está barajando ahora mismo en el Gobierno para paliar los efectos negativos de la pandemia en nuestro país. Si ese “toque de queda” se hace realidad, las vallas vallas publicitarias perderían público de forma generalidad pero especialmente aquellas instaladas en zonas de ocio nocturno son las que dejarían de tener sentido en estos momentos porque no servirían para nada.
Pero, ¿y si la cosa se pone peor y hay un confinamiento mayor? Entonces tal vez ninguna valla tenga sentido ¿verdad? Por eso hay que pensar mucho las cosas ahora mismo, antes de dar un asesoramiento equivocado a un cliente que busca tu ayuda.
Veamos algunas ideas
Este tipo de pancartas de lona personalizadas siempre han sido una muy buena opción en ciertos eventos ya que hablamos de un producto económico que suele tener una muy buena incidencia publicitaria entre el público objetivo. Sin embargo, ahora las posibilidades de que haya un evento en el que esas pancartas surjan efecto es complicado. Aunque ¿se puede dar una vuelta de tuerca a todo esto? Tal vez no vayan a haber eventos festivos de Halloween (por poner algo), pero hay algo que obviamente la sociedad va a seguir haciendo que es ir a los supermercados sí qué ¿por qué no poner ciertas pancartas que podrían ser susceptibles de ser interesantes publicitariamente hablando en los principales caminos hacia los grandes supermercados?
Pensemos ahora, por ejemplo, en los típicos carteles de neón. Parece que dejaron de tener demasiada incidencia hace unos años pero ahora han vuelto con fuerza y pueden verse en restaurantes, supermercados y ciertos comercios de aire moderno. Los profesionales de Oh My Neon, con quienes suelo trabajar, me han llegado a decir que su volumen de ventas había aumentado hasta en un 20% que a priori puede no parecer mucho pero que quienes estamos en este mundo sabemos que es bastante. Así pues… ¿qué pasaría ahora con los carteles de neón? Pues de nuevo todo depende de su localización. Si hablamos, por ejemplo, de un cartel de “Sugar free” o “Gluten free” en un restaurante de comida rápida y estos se ven afectados por los aforos limitados o los toques de queda pues, lógicamente, pierden eficacia. Sin embargo, si pensamos en una tienda de moda en cuyo escaparate podemos leer en neón brillante “Rebajas” la cosa cambia ya que, aunque haya aforo limitado, mientras no se prohíba la apertura de comercios esa tienda seguirá en activo y, por lo tanto, seguirá captando clientes que busquen comprar algo de ropa.
Como veis, todo tiene sus pros y sus contras por lo que ahora mismo no creo que haya un medio publicitario que haya dejado de ser válido, lo que pienso es que hay que adaptar ese medio publicitario, o esa fuente, a la situación que estamos viviendo ahora y pensar, por ende, dónde sí tendría efectividad ese tipo de publicidad y donde no tiene sentido instalarla ahora mismo.
La publicidad online
Donde todo parece haber ganado popularidad es en la publicidad online. Cientos de tiendas físicas, ante la posibilidad de un nuevo confinamiento que les impida obtener ganancias con su labor profesional, se han puesto manos a la obra para tener una segunda vía de ventas a través de una tienda online especializada. Podríamos decir, de hecho, que este tipo de tienda es ahora la que más posibilidades tiene de crecimiento ya que nuestra sociedad está cada vez más favorable ante la compra por Internet de cualquier tipo de producto y, por lo tanto, la publicidad online es éxito asegurado.
El problema viene cuando el empresario en cuestión, sea del sector que sea y tenga tienda física, una fábrica, una empresa de servicios o incluso una cadena de distribución, carece de página web porque hasta ahora no la ha necesitado, y es que en este caso el presupuesto que habría de invertir esa persona es mucho mayor que si hablamos solo de un extra en publicidad.
Crear una página web, dependiendo de cómo sea y de a quien contratemos como diseñador, puede costar desde 500 euros hasta 5.000 y bajo mi experiencia os puedo decir que no es necesario gastarse una barbaridad de dinero pero tampoco conviene coger la web más económica que puedan hacernos ya que, normalmente, una web de 500 euros está hecha con una plantilla genérica que no nos va a permitir modificar algunas cosas necesarias para implementar una buena publicidad y, por tanto, tendremos problemas con ella.
Podríamos decir, por tanto, que de media se tendría que gastar unos 1500 euros en la creación de la página web y luego unos 50 euros mensuales en mantenimiento, actualizaciones y demás. Eso como mínimo, porque si hablamos ya de instalar un cortafuegos para evitar hackeos y virus la cosa se incrementa notablemente.
Además, debemos pensar en poner en marcha una buena campaña de publicidad online que, dependiendo del sector, podemos pensar en redes sociales, posicionamiento SEO, Adwords, campañas de remarketing, mailing, display, etc.
¿Significa esto que actualmente es mejor optar por el medio online, tanto para publicidad como para nuestra actividad laboral, que por el medio tradicional? La respuesta es un no rotundo ya que esta situación está favoreciendo el medio online pero cuando todo esto pase (aunque hablemos ya del 2022) la cosa volverá a normalizarse y seguirá habiendo quien prefiera el medio tradicional tanto para comprar como para acceder a ciertos servicios.
Incluso ahora, el medio tradicional sigue siendo efectivo. Debemos tener en cuenta que actualmente hay localidades que no tienen ningún tipo de limitación, otras que tienen ciertas limitaciones y otras que, como Madrid, se plantean confinamientos selectivos. Eso significa que la eficacia de la publicidad tradicional y online varía mucho dependiendo de tantísimos factores que para saber qué hacer hay que analizar concretamente cada situación. ¿Y qué factores son esos? Pues sectoriales, porque hay sectores que funcionan mejor en Internet que otros; de ubicación, porque no es lo mismo estar en una localidad confinada que en una sin limitaciones; de presupuesto, porque todo depende del dinero que se pueda invertir; de la página web, porque no es lo mismo tenerla previamente que no tenerla, etc.
Por tanto, la única conclusión a la que llego tras meditar detenidamente todas las posibilidades, es que hacer un buen asesoramiento a una empresa pasa por analizar cada situación concreta y no es que antes no se hiciera, porque obviamente se hacía, lo que pasa es que dependiendo de los factores anteriormente citados las posibilidades publicitarias o de promoción se reducen notablemente, o no, y por ende hay que hacer un estudio previo para saber a qué posibilidades podemos aferrarnos y partiendo de ellas, proponer un tipo de campaña u otro.
Ante esto, mi consejo a todos los empresarios, emprendedores, o publicistas que lleguen a leer este artículo es que en lugar de llevarse las manos a la cabeza y optar por una vía única para todos como si de ello dependiera la economía de todo tipo de empresas, lo que deben hacer es analizar cada situación y llevar a cabo las acciones que crean oportunas en base a la empresa concreta para la que están buscando soluciones ya que hay muchos profesionales que optan por la vía fácil: todo online, y eso, en mi opinión, es un error garrafal.