“El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro”. Estas son las palabras del genial actor, director y guionista, Woody Allen, una persona, que a pesar de su indudable éxito, ha vivido siempre angustiada, lo cual queda sobradamente reflejado en sus sensacionales películas. El miedo a la muerte, sería para Allen, su mayor miedo, o al menos es lo que le ocurre a los personajes que suele interpretar. Y esto no es exclusivo del genio del séptimo arte. Son muchas las personas que viven con miedo a la muerte.
Qué es el miedo y por qué se origina
El miedo, es el fiel compañero del ser humano, y no siempre es malo. El miedo es un mecanismo de defensa y nos avisa cuando algo no está bien, cuando algo puede resultar peligroso y entonces hay que huir, escapar o bien enfrentarse a el. Según el doctor en psicología Karl Albrecht, “algunos de nuestros miedos, por supuesto, tienen un valor de supervivencia básica. Otros, sin embargo, son reflejos que pueden ser debilitados o reaprendidos”.
Pero en muchas ocasiones, el miedo paraliza, e impide llevar una vida digna. No permite vivir y a menudo encierra a las personas en sus casas, en sí mismas, eliminando para ellas, toda posibilidad de ser felices. En estos casos, hay que pedir ayuda profesional, porque se puede acabar con el o al menos, debilitarlo.
El miedo a la muerte: el miedo originario
Existen muchos tipos de miedo, pero antes de seguir, veamos que definición da la DRAE del término: “es aquella perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”. El miedo es, además, un sentimiento común a todos los seres humanos.
El miedo es una sensacional de ansiedad provocada por la anticipación de algún evento o experiencia que todavía no ha tenido lugar y que tan solo es imaginada. Se trata de una reacción biológica del cuerpo ante un conjunto de señales que interpreta como temerosas. Y lo peor de todo, es el miedo al miedo, que es el temor que mayores problemas acarrea a los seres humanos.
El presidente Franklin Roosevelt decía que “la única cosa a la que debemos temer es al miedo mismo”.
Pero si sabes de dónde procede el miedo, qué es lo que lo origina, entonces puedes empezar a controlar ese miedo. Puedes tomar conciencia del problema o bien, tratar de solucionarlo por tu cuenta, claro que esto siempre es más difícil.
El miedo a la muerte es el más común de todos y del que, probablemente, deriven todos los demás. Se trata del miedo a ser aniquilados, a dejar de existir, y se debe al instinto de supervivencia. Y de ahí, vienen otros, como el miedo a las alturas, a los viajes en avión u otros miedos relacionados con fatales consecuencias que puedan suponer la muerte.
Con el miedo a la muerte también está relacionado el miedo al dentista. Todos hemos oído hablar de historias horribles ocurridas en el interior de una clínica dental, y algunas, son verdaderamente escabrosas. Desde malas prácticas dentales, hasta dentistas que usan la aparatología, como instrumento de tortura. Y este miedo, es tan común en niños y niñas como en las personas adultas, aunque en estas últimas muchas veces el miedo es por la factura y no por el dentista. Pero el caso, es que este miedo es real, está ahí, y muchas personas lo sufren.
El miedo al dentista, por temor a morir, irónicamente, puede empeorar la calidad de vida de las personas y provocar su muerte prematura, ya que las enfermedades bucodentales están directamente relacionadas con otras, e incluso pueden llegar a provocar infartos. Por eso, para tratar de acabar con el miedo al dentista, contribuyendo al cuidado de la salud bucodental de los pacientes, la clínica dental de Patricia Aneiros (CDPA), cuentan con un sistema de sedación consciente con óxido nitroso, o “gas de la risa”, que hace la experiencia en la clínica, de lo más agradable y tranquilizadora y sus pacientes, no sufren ningún miedo.
“El miedo al dentista actualmente es muy común. Una parte significativa de la población en España evita la atención dental por miedo al dentista. Además, gran parte de los que no la evitan, presentan una gran carga de miedo”, aseguran en CDPA. Esto, puede suponer un riego para la salud de las personas afectadas, y afectar al resto del organismo. Existe una relación directa entre los patologías bucodentales y los problemas cardiovasculares y cerebrovasculares.
Vemos, pues, que el miedo puede ser una herramienta dirigida a la supervivencia del individuo, peor también puede ser una peligrosa arma que lo conduzca, irónicamente, a la muerte.